lunes, mayo 05, 2003

Posturas políticas

¿Qué significa tener una posición política? De entrada puede pensarse lo peor, como creer que posicionarse en una geometría es venderle el alma al Diablo, acaso no un exceso si se contemplan las ventajas. Todo mundo piensa (pensar a secas) y por lo mismo todos tienen preferencias, aun cuando haya estultos que lo nieguen y se atrevan a decir ingenuamente “yo soy apolítico”. De entrada, una familia es una relación política. Aquí quisiera hacer un matiz: uno puede tener definida su posición respecto de la vida pública; pero así es también con cualquier decisión cotidiana que se tome. Hablar por ejemplo de un “compromiso” me suena a una vaguedad, en principio, pecaminosa. ¿Compromiso con qué?, ¿con quién? ¿Con un partido político, con la gente que reparte los chayotes como si fueran pan caliente?, ¿con lo más profundo de la conciencia? Por favor.

“El intelectual tiene que ser un personaje comprometido con su realidad” me suena a una frase resentida, que no deja de ser un vicio romántico plagado de reminiscencias sesentayocheras y viejas fascinaciones cheguevareanas. A canción de Óscar Chávez, pues. La responsabilidad es con uno mismo. A partir de un ajuste de cuentas con ese llamado de conciencia, el compromiso social, para darle un toque más adecuado, puede aparecer y desarrollarse. Así, independientemente de las “posturas políticas”, eso del compromiso sería viable; amén de que uno podría estar dentro de poco en las monedas de veinte pesos, como le ha sucedido a Octavio Paz.

El quid de esta reflexión tiene que ver con una ligera crítica al viejo intelectual de izquierda que se quedó en el pasado; esa ilustre comunidad para la que el único papel del hombre de ideas era la atención a los oprimidos y hacer la revolución, aunque fuera en una taza de café; esos heroicos lectores de Roque Dalton que siguen considerando su poesía una Biblia con un plus; esos renombrados defensores de las libertades que ahora se irritan cuando alguien critica el sup Marcos y que si embargo siguen defendiendo y elogiando la última dictadura de facto que existe en América Latina y en la que se sigue reprimiendo y matando a sus habitantes. Si uno no hace lo anterior entonces no es un hombre comprometido con su pueblo; es, por el contrario, un vargasllosa de pacotilla, un siniestro y oscuro reaccionario hijo de la oligarquía. Las posturas políticas son algo más que defender una tiranía o escuchar canciones de Silvio Rodríguez o Pablo Milanés.

Pero ya que hablamos de política así como de injusticias, permítaseme que hable de una de las mayores sinrazones que han existido. El mes próximo se cumplirán 17 años de la muerte de Jorge Luis Borges; a Borges nunca le dieron el Nobel de literatura por cuestiones políticas, nimiedades diría yo: recibió un premio en Chile durante la presidencia de Pinochet y dirigió la Biblioteca Nacional de Argentina en el periodo de la dictadura de la Junta Militar. Y Borges murió esperando el premio, pues sabía que nadie se lo merecía más que él. Desde luego, nunca lo dijo, pues era un respetable y humilde caballero.

Pero para complementar mi comentario, y se vea qué de energúmenos hay en el mundo, haré una alusión a una anécdota del argentino. En una ocasión, en una universidad de Estados Unidos, Borges dictaba una conferencia ante un grupo de alumnos. A la hora de las preguntas, un par de estudiantes –un colombiano y un cubano– se pararon y groseramente empezaron a increparlo, a cuestionarlo por su falta de solidaridad con Vietnam, Indochina, Cuba, etcétera. A pesar del sinnúmero de sandeces, Borges mantuvo la calma y contestó elegantemente. Cuando uno de los estudiantes notó que el hombre no se saldría de sus casillas, lo amenazó: “¡Si me lo encuentro en la calle, le arrojo un ladrillo!" Borges, que empezaba a molestarse, contestó muy sabio: “Pues cuídese, porque a lo mejor se lo aviento yo primero”. Como se verá, era ciego pero no manco ni pendejo.

La moraleja de esta arenga de digresiones es que las posiciones políticas son una cosa demasiado compleja e in extremis no tienen que ver con un compromiso, como se quiere ver en muchos casos. Es decir: tener tal o cual postura no significa nada. Si uno dice al final si es de izquierda o de derecha quedamos en las mismas, pues en un mundo redondo dónde está la izquierda y dónde la derecha, o dónde el Oriente y el Occidente. Hay muchos, por lo demás, que han perdido el centro.

CAS

No hay comentarios.: